El próximo 29 de enero se cumplen 77 años desde que los representantes políticos, económicos y sociales de Almería, Granada y Jaén reivindicaron la Mancomunidad Regional de Andalucía Oriental ante las fuerzas vivas del resto de Andalucía presentes en la Asamblea de Córdoba de 1933.
Existe abundante información sobre este episodio en periódicos de la época. Gracias a esos documentos, hoy podemos saber que la Asamblea de Córdoba constituyó el primer intento de aprobar las bases de un Estatuto de Autonomía redactado unilateralmente por miembros de la Diputación de Sevilla, con el objetivo de conseguir una anexión sin precedentes de todas las provincias andaluzas.
La postura defendida por las provincias de Andalucía Oriental no dejaba lugar a dudas, siendo conscientes de su propia historia regional, cuyo máximo exponente había tenido lugar nueve años antes, en pleno primorriverismo, con la publicación de las Bases para la elaboración del Estatuto de Autonomía de la Mancomunidad de Andalucía Oriental.
El Ayuntamiento de Granada encargó una ponencia que elaboraron conjuntamente dos concejales de izquierdas (Manuel Fernández-Montesinos del PSOE, Luis Fajardo de Izquierda Republicana) y uno de derechas (Carlos Morenilla de Acción Granadina), en la que acordaron “impugnar la formación y aprobación del estatuto, y oponerse a que prospere esa artificiosa y no sentida mancomunidad andaluza”, proclamando a su vez que “es una realidad histórica, geográfica y administrativa, la existencia de la región de Andalucía Oriental”. Este sentimiento unánime de Granada se escenificó de nuevo el 28 de enero en una reunión del Ayuntamiento, Diputación, Cámara de Comercio, colegios profesionales, agrupación socialista, etc.
En Almería, una asamblea de fuerzas vivas de la provincia acordó defender una Mancomunidad formada por Almería, Granada y Jaén, “en cuyo caso sí están garantizados nuestros intereses”, afirmando que “la unión propuesta debe aspirar a ser permanente, evitándose que errores de constitución o de procedimiento la conviertan en efímera o en infecunda”; “no vamos contra radie, vamos a favor de los que pueden y deben vivir en el mismo hogar, en paz inalterable, en amorosa convivencia, sin recelos de reyerta próxima y a la larga de divorcio”; “una elemental previsión aconseja como más prudente, que romper el vínculo, desistir de establecerlo”.
Las fuerzas vivas de Jaén rechazaron la posibilidad de formar parte de una única Andalucía en base a la extensión y heterogeneidad andaluza y porque Sevilla como capital es “el punto menos conveniente a nuestras aspiraciones y posibilidades”. Asimismo consideraron que ser parte integrante de la Mancomunidad de Andalucía Oriental es “lo más conveniente a nuestros intereses” por la homogeneidad y el estrecho contacto con Granada.
Los periódicos animaban con editoriales como: “No pueden ser iguales, no pueden regirse por idénticas normas la alta y la baja Andalucía, el occidente y el oriente, tan distintas en sus características, como en su topografía”.
Llegada la Asamblea de Córdoba, almerienses, granadinos y jiennenses defendieron la necesidad de constituir la Mancomunidad de Andalucía Oriental. Ante la hostilidad de los delegados de Córdoba y Sevilla, la propuesta de Blas Infante de “residenciar a las provincias disidentes” y la manifiesta parcialidad de la presidencia de la Asamblea, los representantes de Andalucía Oriental se retiraron de la Asamblea manteniendo vivo su espíritu regionalista.
Hoy en día, cuando en el actual Estatuto de Autonomía andaluz leemos sobre el “impulso” que tomó el proceso autonómico en la Segunda República, omitiendo interesadamente el regionalismo de Andalucía Oriental, se demuestra que es una tomadura de pelo basada en una manipulación obscena de la historia.
24-1-1933: el Ayuntamiento de Almería reivindica Andalucía Oriental
Documento que el Ayuntamiento de Almería envió al de Granada el 24 de Enero de 1933:
A LA ASAMBLEA
La Comisión especial designada por el Excmo. Ayuntamiento para estudiar y emitir dictamen sobre la forma, extensión y límite con que debe constituirse la Mancomunidad andaluza, como base para la redacción del correspondiente estatuto orgánico de esa entidad, ha procedido al estudio del asunto sometido a su deliberación y como resultado de la labor realizada tiene el honor de proponer a la Asamblea las siguientes conclusiones:
1ª. Las provincias que forman hoy la región andaluza se distribuirán en dos zonas o regiones que por su situación geográfica respectiva recibirán las denominaciones de Andalucía Occidental y Andalucía Oriental.
2ª. Formarán la zona occidental las provincias de Córdoba, Sevilla, Cádiz y Málaga y la oriental las de Granada, Jaén y Almería, con el territorio que actualmente la forman.
3ª. La provincia de Huelva se agregará a la región de Extremadura, aceptando así los propósitos manifestados por los órganos representativos de esa provincia; aunque lamentando la segregación, que priva a Andalucía de una parte de su territorio, de su población y de su riqueza.
La Comisión podría razonar su propuesta con una sencillísima y fundamental observación, a saber, que esa propuesta contiene el pensamiento y la aspiración de la provincia almeriense; y tratándose, como se trata, de un asunto en que la opinión popular tiene voto decisivo, es indudable que al lado de esa opinión y de conformidad con el pensamiento y el propósito que les alientan, deben ofrecerse por todos los organismos de Almería los términos de solución al problema planteado.
Pero además es conveniente y obligado consignar, por añadidura que la opinión almeriense no se ha mostrado en ese sentido ni ha expresado esa aspiración por mero impulso instintivo, por movimiento espontáneo e irreflexivo de su voluntad, ni siquiera por móviles o estímulos meramente espirituales o románticos o exclusivamente ambiciosos o egoístas; sino en virtud de una firme convicción, serenamente preparada y hondamente sentida, la cual han contribuido, en resumen, en la proporción debida, la geografía y la historia, la conveniencia y el amor, los intereses materiales y los vínculos del espirita y la defensa, el amparo y el fomento del comercio, de la industria y de la agricultura: el trazado y desarrollo de las vías de comunicación, la forma, la potencia y el objetivo de los medios de transporte, la producción, el consumo, todo, en fin, lo que constituye la vida de un pueblo, todo lo que puede inducirle a la unión, a la comunidad con otros pueblos amigos y vecinos, sin el temor de que por falsedad de los principios inspiradores del proyecto o por error del procedimiento elegido para realizarlo, la unión resulte efímera y la comunidad infecunda.
Descendiendo ahora a detallar desde luego sin prolijidad enojosa, los motivos específicos que abonan la propuesta formulada, conviene, ante todo, señalar una de carácter meramente espiritual en cuanto a su naturaleza, pero de amplias y generosas derivaciones en la vida práctica de los pueblos: nos referimos a la atracción, reverencia y amor que la Universidad de Granada – alma mater de las tres provincias hermanas – inspira a todos los pueblos y a todos los habitantes de su gran territorio. La gran escuela granadina, tan fecunda, tan sabia, tan generosa y tan simpática, ha irradiado la luz de sus enseñanzas y esparcido los prestigios de su sabiduría y enaltecido la veneración de su gloriosa ancianidad por todos los ámbitos de la región que se propone: decir Granada, en Jaén y en Almería, es decir madre, y con decir madre, ya está dicho cuanto hay en ella de nobles abnegaciones y de máximos respetos, y cuanto hay en los hijos de profundas gratitudes y de amorosas reverencias.
Pero además Granada, sin invocar ahora su glorioso pasado artístico y la riqueza de sus monumentos inmortales, que hacen de ella una joya y un museo, Granada es por su situación en las estribaciones de la poética Sierra Nevada y por el caudal de sus ríos, cuya poética prestancia no quita nada a la utilidad de sus corrientes, Granada, repetimos, posee una gran riqueza de aguas, en contraste para nosotros doloroso con la pertinaz y ruinosa sequía de nuestros campos abrasados por el sol. Y he aquí como sobre esta base, sobre aquella abundancia y esta escasez puede aspirarse mediante una distribución equitativa, racional, científica, fraternal, en suma, a dotar holgadamente a ambas provincias de ese formidable elemento, sin el cual la agricultura y la industria, y por lo tanto el comercio no pueden extenderse más allá de una producción modesta, tal vez miserable, que convierta las jornadas del trabajo, por duras por vibrantes que sean, en labor infecunda, triste, desconsoladora.
Bastará con recordar el problema de las aguas que conducen los ríos Castril y Guardal, cuyo trasvase, mediante la equitativa distribución de que antes se habló, podían de una parte dotar abundantemente los campos de Huéscar, Cullar Baza y los demás de aquella hermosa provincia y llevar a la zona Levante de la nuestra – Huercal-Overa, Cuevas del Almanzora, Albox, Vera, Antas, etc. – un elemento de producción y de riqueza de valía tan alta y de aplicación tan adecuada y fecunda, que sus resultados se ofrecerían a los habitantes de aquellas villas con todas las apariencias seductoras de un sueño.
Otro tanto puede decirse de las comunicaciones y medios de transporte entre ambas provincias: en la línea del ferrocarril, Guadix, Moreda y Granada, se enlazan directamente con nuestra ciudad: otra red pone en comunicación a ésta con Serón, Tíjola, Purchena, Huercal-Overa y a estos pueblos con Baza, Caniles y los demás de situación análoga.
Amplias carreteras, actualmente dotadas de pavimentos admirables, comunican a nuestra Ciudad y a los pueblos del Poniente de la provincia con la famosa y pintoresca región de la Alpujarra, desde Cádiar hasta Lanjarón y con las playas del litoral granadino desde la Mamola hasta Motril.
La provincia de Jaén es por dicha suya una de las más ricas de España; tal vez la primera en producción agrícola por la feracidad de su suelo, por la intensidad de su cultivo, por la utilidad de sus productos – cereales y aceites de la más alta calidad – por la potencia y fecundidad de las industrias derivadas de la agricultura, por la ordenada y directa acción de sus labores, por la aptitud y aplicación de sus obreros y por las iniciativas fecundas de sus propietarios. El mercado de trigo, cebada y aceite que esa provincia ofrece, es sencillamente espléndido y no se hace mención de su ganadería porque la tracción mecánica ha quitado importancia a esta producción, en otras épocas de tan alta utilidad y de tan múltiples aplicaciones.
Pues todavía la provincia de Jaén ofrece otra gran riqueza digna de especial mención, la riqueza minera. Puede afirmarse que el subsuelo es tan productivo como el suelo: Linares, Bailén y la Carolina, acusan una producción de minerales, especialmente plomos, que pese a todas las dificultades que actualmente ofrecen los mercados, representa una inmensa riqueza.
El ferrocarril de Linares a Almería, como indica su misma denominación y confirma su trazado, se construyó con el objeto fundamental, aparte otros secundarios, de que el Puerto de Almería fuera el de Linares, que los productos mineros de aquella gran zona fueran transportados por esa línea a nuestra capital y exportados por nuestro Puerto a los mercados extranjeros. Y sin embargo, una larga y triste experiencia nos ha demostrado que ese propósito no ha logrado realización. Almería no es el puerto de Linares: como si no se hubiera construido nuestro ferrocarril, Linares signe enviando sus productos al puerto de Málaga, y lo mismo sucede con Bailén y con la Carolina.
La propuesta que tenemos el honor de formular creemos que debe llevar consigo la realización de ese ideal sentido durante tanto tiempo y todavía no consagrado en la práctica. Y lo mismo puede y debe afirmarse de la gran riqueza agrícola de aquella provincia.
En general este es el punto de vista fundamental de nuestro informe y seguramente lo será de la deliberación y acuerdo de la Asamblea: Almería ofrece a las provincias hermanas, aparte la invitación a una comunidad espiritual, perfecta, íntima, cordialísima, ofrece, repetimos, su puerto, este magnífico puerto de amplios muelles, de espléndida bahía, de hondo calado, dotado en fin de todos los medios adecuados para servir de centro a una gran expansión comercial. Enlazado con la estación del ferrocarril por la vía marítima, el puerto de Almería, que tal vez no tiene rival en el Mediterráneo, puede ser y debe ser para las tres provincias un emporio de riqueza. La triste soledad y el angustioso silencio que ahora reinan en él, salvo la época de la exportación de la uva, debe trocarse por la alegre y fecunda algarabía de las naves que recojan en sus muelles y trasladen a los muelles extranjeros sobre la superficie risueña de los mares, todos los productos de la agricultura, de la industria y del comercio de las tres provincias hermanas.
Una observación para terminar. La propuesta de excluir a Málaga de la zona oriental que se trata de constituir, no aplica animadversión para aquella gran ciudad, ni siquiera olvido de sus grandes merecimientos. Málaga es una ciudad magnífica, risueña, alegre, hospitalaria, simpática, digna de su prosperidad creciente y de las bellezas y encantos que atesora. Almería lo reconoce así, lo declara así y así proclama la admiración sincera que le inspira aquel gran pueblo.
Pero los intereses de Málaga no son los de Almería: hay más, a veces se han producido si no incompatibilidades propiamente dichas, si no rivalidades más o menos encubiertas, por lo menos alguna contradicción, alguna oposición de aspiraciones, de conveniencias, de propósitos. Bastará recordar las producidas, aun existentes con motivo de la organización de las comunicaciones entre la Península y las posesiones españolas del Norte de África.
Y como dijimos al principio que la unión propuesta debe aspirar a ser permanente, evitándose que errores de constitución o de procedimiento le conviertan en efímera o en infecunda, reiteramos nuestro propósito de reducir a Granada, Jaén y Almería las provincias que deben constituir la Mancomunidad que se trata de formar ahora. No vamos contra radie, vamos a favor de los que pueden y deben vivir en el mismo hogar, en paz inalterable, en amorosa convivencia, sin recelos de reyerta próxima y a la larga de divorcio. Una elemental previsión aconseja como más prudente, que romper el vínculo, desistir de establecerlo. Pero nuestro criterio no lo dicta ninguna mala pasión: recordamos y practicamos aquella máxima de Gracián “Ni el odio ni la lisonja son cristales fieles.”
Casa Consistorial de Almería, a 24 de enero de 1.933.
Hace mucho que el invento andaluz no funciona. Málaga cada vez está más alejada de esta Andalucía que no es otra cosa que una Sevilla imperialista que tiene a las demás provincias abandonadas. Mucho ánimo, almerienses, jienenses y granadinos. Los malagueños estamos con vosotros.
ResponderEliminarSeguimos vuestro blog de cerca y compartimos vuestros ideales ;)
Asociación Rayya para la Defensa de Málaga.
http://asociacionrayya.blogspot.com/
Es un gustazo ver que Málaga también empieza a despertar. Está claro que cada vez somos más y aunque son proyectos diferentes los que defendemos en el fondo son parecidos tenemos un problema común llamado Sevilla.
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